Este pasaje consiste en tres partes. Cada parte presenta un aspecto de la tensión que experimenta el discípulo de Cristo en este mundo. Vivimos en el “ya, pero todavía no”. Ya somos ciudadanos del Reino de los Cielos, sin embargo, todavía somos peregrinos en el desierto de este mundo, esperando la venida del Rey. Vivimos en este mundo con la mira puesta en el cielo, donde deben estar nuestros corazones. Para mantener el corazón en el cielo, nos enfocamos en lo efímero de las cosas de este mundo, enfocándonos en acumular tesoros en el cielo.